viernes, 23 de octubre de 2009

Lilian Manitto

Oda a la palabra perdida

Voy a buscarte
en la quieta nostalgia del ayer.
Recuerdas
cuando reclamabas, larga y abierta,
un poco de tibieza.
A veces venías y te detenías
en la sombra pesada del destiempo.
De día, desgajada
te cerrabas
de noche soñabas con ojos de penumbras,
casi gris,
con gusto a tierra en la garganta.

Tu deshidratada lengua te quebranta
en pedazos de gritos sin sonidos
y en los labios un bozal amedrentado
de aventuras, dolor y egoísmos.
Estás quieta en la libertad del silencio
y en la espera suplicante de un poema.

Vengo a buscarte de tu destierro,
respiro el sonido de la lejanía,
el miedo tranquilo de lo que ignoro,
la culpa solitaria amordazada y
la eterna necesidad de reencontrarte.

Te encuentro,
palabra,
y no se que decir en la distancia.

viernes, 24 de julio de 2009

Patricia Streuli

Vatara

A la ciudad de Vatara

el caminante llega de noche

cuando las estrellas flotan

tenues

sobre la laguna congelada.

Entre el humeante hielo

el viajero avezado

distingue

los contornos de mujeres aladas

a la par que un repique

incesante e hipnótico

de cinceles que tallan,

que hieren sus oídos

y sacuden su cuerpo

cansado del camino.

Llegando el mediodía

la ciudad ya es dorada.

Vatara se derrite luminosa

helada.

las ninfas se escabullen

con sus alas de plata.

Entonces el errante

reanuda su camino

mudado, trastornado,

deslumbrado,

esculpido.

Atrás queda Vatara

insensible y hermosa

implacable e intensa

ciudad que talla.


Patricia Streuli


¿dónde estoy?

¿dónde quedaron

el estallido alegre

los ojos descubridores

la unión de cuerpo y alma?

La muerte se divierte

y yo

que soy mil pedazos

no sigo el río

ni la vida

Me quedo

uniendo mitades.


martes, 21 de julio de 2009

Oriel Angel Visintini Simon

Que nadie escriba mi epitafio

No tengo tiempo para morir
por eso,
es mejor que deje dicho algunas cosas
para que nadie suponga
lo que ha de escribir
abusando de la piedra de mi tumba.
Acá está la tabla otra vez rasa
esperando el cincel y que la astillen
con esos golpes que son como mi vida
en esta muerte y tratando de tal suerte.

Puedo decir todas mis verdades
aún cuando causen la vergüenza ajena,
solo me absuelvo,
para eso es vida mía
toda cosa sucedida antes que esto
y que tenga que ver con mi contienda.

Loco es mejor
que rebelde o sumiso u obediente
porque así entenderán
los porqués de amores
y luchas confundidas con
incesantes batallas y con anhelos
confiado el corazón en despedidas.

Por eso
que nadie escriba mi epitafio,
que confíen en que mi mano sabrá
en el tiempo que dispongo,
yo propongo
que sólo se pregunten
sobre mis mentiras escondidas,
mis verdades las viví y todos saben
de todas ellas
y por más que digan sus mentiras
son las mías y mis eternas
gracias a la vida
las que les causarán la intriga peor.


Propongo también no se preocupen
seguramente
no pienso faltar a la cita.

Paola Vazzano Stutz

Una chica Olmedo

¿Qué dirán ahora, después de más de veinte años
de mi trágico final, las chicas que me secundaban:
Betty, Adriana y hasta la misma Susana?
¿Llorarán la ausencia del gran capo cómico,
añorando las noches de Mar del Plata,
o, archivadas sus veleidades televisivas,
habrán encontrando un bacán que las acamale,
como dice el tango?

Por mi parte, permítanme que les diga,
me las imagino a todas declarando para Crónica,
con su mejor euforia:
“yo todavía quiero ser una chica Olmedo”

Andrés Ugueruaga

Ayala: Historia de un paria

Se fue sin saber de qué escapaba. Abandonó todo lo que tenía para dejar una vida atrás,para volver a empezar y a nacer. Allá no encontró un mundo nuevo, sino una extensión de éste. Él lo supo al llegar, al ver que su vieja vida era pasado pero también era recuerdo.
Al notar eso, no hubo desilusión en sus gestos,sólo una resignación de saberse solitario ante las cosas, ante una vida que no terminaba donde él creía.
Se fue una madrugada, escapándose por la ventana que daba al patio, más allá estaba el camino a ningún lugar. Él nunca volvió. Que esté “vivo o muerto” lo mismo da, porque nadie lo busca. Pero allí quedó su casa, vacía por siempre. El paria Ayala es un desconocido, una incógnita en la historia de los que ya no están. Se dice que nadie quiere ir a vivir al lugar en donde vivió, algunos creen que Ayala volvió, pero no ya siendo hombre sino espíritu.”Ayala vive entre nosotros a pesar de haber cambiado de lugar”. Ese puede ser su epitafio. Que todos tengan un recordatorio de esa otra vida que él emprendió.

miércoles, 15 de julio de 2009

Virginia Mathieu

Padre Carlos

Antes que la Ley y más que yo,
cuando lo mío se hizo público
tembló el colosal corazón rojo

De muerto consigo ver como
los tiempos se condensan
en un único punto que me arrastra y me dispara
hacia las almas de los mortales.

Y ahora que la verdad de la justicia Divina
implota mis recuerdos pienso,
esa piba de Reconquista
debe tener razón cuando dice:
“entre el veneno más mortal de la mamba
y ese curita con ojos de plumas caídas
no habría peor suerte que la de sobrevivir”.


Por eso, tan lejos de mis huesos como de la culpa,
libero a mis fieles: no me recen,
sigo eligiendo mi propia naturaleza.

Amén.